domingo, 29 de noviembre de 2015

El médico soviético que se operó a sí mismo

 Leonid Ivanovich Rogozov, se llamaba el médico que se operó a sí mismo en un entorno tan hostil como la Antártida. Sus ansías de vivir y su sangre fría son propias de cualquier película en donde la acción se exagera, pero siempre hay casos en donde la realidad supera a cualquier ficción.

Leonid nació en 1934 al sur de Siberia. Siendo el tercero de cuatro hermanos, su familia se traslada a una localidad siberiana en Krasnoyarsk. Su padre cae combatiendo a los nazis en 1943. Es decir, fue criado en el duro entorno siberiano e hijo de un héroe, factores que quizás expliquen su personalidad. Después de servir en el Ejército, estudia medicina en el Instituto de Medicina Pediátrica de Leningrado, graduándose en 1953.

La Unión Soviética se había lanzado a la exploración de la Antártica en 1955, año que se produce la primera expedición. El objetivo era realizar observaciones y experimentos climatológicos, biológicos, geomagnéticos etc. Leonid Rogozov había estado asignado como residente a una unidad de cirugía, hasta que consiguiera plaza definitiva de médico. Sin embargo, a finales de 1960 tuvo que interrumpir su trabajo para unirse a preparar lo que sería la Sexta Expedición Antártica de la URSS.

El barco expedicionario llega a la Antártida en diciembre. Allí, Rogozov, además de ejercer de médico ejerce de conductor o meteorólogo. Después de 9 semanas allí, en febrero de 1961, se establece la base de Novolazervskaya. El 29 de abril de 1961 (2 semanas después de la hazaña de Yuri Gagarin) Leonid empezó a encontrarse francamente mal. Sufría debilidad, nauseas, fiebre y un agudo dolor en el lado derecho del abdomen. De las 13 personas que componen la expedición, Leonid era el único médico, y se autodiagnostica apendicitis aguda.

Ante la imposibilidad de traslado, el médico decide tratarse con antibióticos y reposo. Su apendicitis era ya peritonitis, y de no extirparse el apéndice el joven médico moriría. Leonid decide poner en marcha el único plan posible que le podría permitir mantenerse con vida: Él mismo se tendría que operar. Alexander Artemyev (meteorólogo de profesión) le iría dando las herramientas necesarias y Zinovy Teplinsky (mecánico) sería el encargado de alumbrar con una lámpara y mantener un pequeño espejo redondo para que Leonid pudiera ver la zona que había que operar.
Imagínense a ese científico y a ese mecánico en esa situación. El espíritu aventurero formaba parte de los expedicionarios, como es lógico, pero una situación así seguro que nunca antes se la habían imaginado. Un médico de 27 años se iba a operar a sí mismo, y ellos serían sus ayudantes.

El médico preparó un anestésico local con novocaína, e inició la operación. Se hizo una incisión de 12 centímetros con el bisturí y comenzó a buscar el apéndice con ayuda del espejo. Se encontró el apéndice y lo extirpó, y se aplicó antibióticos. Después de 30 minutos, el médico comenzó a sufrir mareos que le obligaron a ir tomando descansos cada poco tiempo. La operación duró 1 hora y 45 minutos. La operación había sido un rotundo éxito. La fiebre continuó unos días, pero cinco días después estaba ya recuperado.
El joven no usó guantes durante la operación
Él posteriormente comentaría que fue difícil encontrar el apéndice en esas circunstancias. Que notaba con el corazón se le debilitaba o incluso se le paraba por momentos. Las manos respondían mal y todo apuntaba a que aquello tendría mal final.

Después de la expedición, se le otorgó la Orden de la Bandera Roja del Trabajo. Él completó su formación y ejerció de cirujano en Leningrado. En el año 2000 falleció, curiosamente por las complicaciones postoperatorias de un cáncer de pulmón. 
Estación de Novolazervskaya
Rogozov, de vuelta a la URSS

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