La electrificación, otra hazaña de la Revolución de Octubre

 

"Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños." V. Lenin

Antes de 1917, la economía rusa estaba orientada a mantener el poder adquisitivo de la nobleza mediante las rentas obtenidas de la tierra, el proceso de industrialización fue mínimo. A esto hay que sumarle que en los últimos años de zarismo, la guerra consumió gran parte de los recursos y esfuerzos económicos. Con el triunfo de la Revolución de Octubre, los bolcheviques dirigen un país en el que está todo por hacer.

El anhelo de industrializar Rusia deja de ser una utopía para los soviets. En febrero de 1920, en plena guerra civil, se crea la Comisión Especial del Estado para la Electrificación de Rusia. Esta comisión estaba dirigida por Gleb Krzyzanowski, un ingeniero de reconocida trayectoria revolucionaria junto a Lenin. La misión que tiene esta comisión es la elaboración de un plan estratégico para electrificar Rusia en un periodo de 10 años. Más de 200 ingenieros y científicos redactaron el plan que fue aprobado por el VIII Congreso de los Soviets a final de 1920. "El comunismo es la suma del poder soviético más la industrialización del país" declaraba Vladimir Lenin.

Hasta entonces, sólo un número reducido de ciudades contaban con electricidad. Las poblaciones rurales también merecían tener acceso a la electricidad. Se construyeron 20 grandes centrales térmicas y 10 hidráulicas. El objetivo del Plan era llegar a la producción de 1,75 millones de Kilowatios. Este utópico plan parecía más una obra de ciencia ficción que un objetivo alcanzable, pero aún así se fue llevando a cabo pese a las dificultades. 

Si en 1920 se producían 0,25 millones de kW, 10 años después se producían 1,4 millones. Aún no se había alcanzado el objetivo marcado en el plan de los 1,75, aunque poco después fue superado con creces. Así, en 1935 se producían ya más de 4 millones de kW. Resumiendo, entre 1920 y 1935 la electricidad producida se multiplicó por 16.

La electricidad llegó a miles de pueblos y aldeas, lo que favoreció la expansión de la industria y una mayor calidad de vida. Toda una serie de labores agrícolas pudieron mecanizarse gracias a la electrificación. La economía soviética daba un gran salto cualitativo. Aquel anhelo utópico de electrificar todo el país se había hecho realidad.

El célebre escritor H.G Wells veía este proyecto como una utopía abocada al fracaso. Tras reunirse con Lenin en 1920 escribía: "El hecho es que Lenin, que como un verdadero marxista niega todo lo «utópico» al final cayó en una utopía extrema, la utopía de la electrificación. Él hace todo en su poder para crear en Rusia enormes centrales eléctricas de inmenso poder, que darán a todas las provincias la energía suficiente para la iluminación, el transporte y la industria. Dijo que esto a fin de tener una doble experiencia en el área electrificada. ¿Puede usted imaginar un proyecto más atrevido en este país de vastas llanuras y bosques, habitados por campesinos iletrados, privados de fuentes de agua y energía, gente que no tiene conocimientos sobre tecnología, en zonas donde el comercio y la industria están casi extintos? Estos proyectos de electrificación actualmente se llevan a cabo en Holanda, y se discuten en Inglaterra, uno puede imaginar fácilmente que en estos países densamente poblados con el sector industrial muy desarrollado, la electrificación será exitosa, rentable y beneficiosa en general. Pero este tipo de proyectos en Rusia se pueden ver cómo una superfantasía. En lo que sería este espejo mágico que he visto, no puedo ver el futuro de Rusia, pero el pequeño hombre en el Kremlin posee un don. Él ve ferrocarriles electrificados nuevos en lugar de los destruidos, él ve como nuevas carreteras atraviesan todo el país, que se levanta renovado y feliz, cómo una potencia comunista industrializada. Durante su conversación conmigo casi tuvo éxito en convencerme de la realidad de sus previsiones."

Convencido Lenin de que la utopía sería realizada, aconsejó a Wells visitar Rusia 10 años después. Éste cumplió y en 1934 visitó Rusia para quedar fuertemente impresionado. Los planes de Lenin no sólo se habían cumplido sino que habían sido ampliamente superados.