La ciudad de Volgogrado ha dejado de llamarse oficialmente así, estos días recobra temporalmente el nombre por el que pasó a la historia: Stalingrado.
El 70 aniversario de la victoria en la batalla de Stalingrado se ha celebrado por todo lo alto. Hasta el Presidente Vladimir Putin ha asistido al homenaje, aprovechándose del cariño que el pueblo ruso siente por los combatientes en Stalingrado. "Rusia está orgullosa de los defensores de Stalingrado" afirmaba el mandatario. También intervinieron otras autoridades militares, locales y regionales. Guennady Zyuganov y los comunistas rusos aprovecharon para reivindicar el nombre de Stalingrado para la ciudad.
Se celebró un desfile militar con los uniformes y armas utilizadas en la batalla de Stalingrado. Los veteranos, que habían llegado de
diferentes regiones de Rusia y asimismo de Ucrania, Bielorrusia,
Armenia; siguieron el desfile con lágrimas en los ojos.
El homenaje más emotivo tuvo lugar en la colina de Mamaev Kurgan, conocida por los cruentos combates que albergó debido a su importancia militar estratégica. Hoy se encuentra allí el memorial para homenajear a los defensores de Stalingrado. La colina está presidida por la imponente estatua "La madre patria llama a la lucha", que en el año de su inauguración (1967) se convirtió en la escultura más alta del mundo. Para celebrar el 70 aniversario, se colocaron mil quinientas placas de mármol negro en las que se
grabaron los nombres de diecisiete mil soldados y oficiales muertos en
los combates por Stalingrado.
En la colina se encuentra también otra serie de esculturas a modo de homenaje. Hasta allí fueron centenares de personas de todas las edades a rendir homenaje a los caídos en defensa de la ciudad. El agradecimiento eterno a los combatientes se expresó con ofrendas de miles de flores a los pies de los monumentos.
La jornada de homenaje se cerró con recreaciones de la batalla, actuaciones musicales, proyecciones de video etc. Finalmente se puso en marcha todo un gran espectáculo pirotécnico, para que los miles de espectadores se pudieran hacer una idea de lo grandioso que tuvo que ser aquel 2 de febrero de 1943.
Hasta ese momento la potencia bélica nazi no había perdido ninguna batalla. Los que ocuparon media Europa, los que asesinaron en masa a millones de europeos, los que bombardearon Gernika fueron a someter a la URSS a una brutal ocupación. Pero en Stalingrado se encontraron con el horror que ellos habían causado. Aquella batalla cambió el rumbo de la guerra y de la historia de la humanidad. El Ejército soviético, que había sacrificado a sus mejores combatientes para detener el avance nazi, tomaba la iniciativa. Desde Stalingrado llegarían hasta Berlín, liberando a su paso regiones y poblaciones víctimas del genocidio nazi.
Por mucho que se empeñe la industria cinematográfica en hacernos creer que los EEUU ganaron la guerra, el peso principal de ésta recayó en todo momento sobre la espalda soviética. La victoria soviética en la batalla de Stalingrado marcó el
principio del fin del nazismo. El propio presidente estadounidense, Franklin
Delano Roosevelt, la calificó de punto de inflexión en la guerra de los
aliados contra el Tercer Reich.
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